Es normal sentirse decaído de vez en cuando, pero si esa sensación se vuelve una constante podría tratarse de una depresión. En este cuadro se experimenta una sensación de tristeza, alteraciones del ánimo, del sueño y del apetito, entre otros. Estos síntomas persisten al menos durante dos semanas continuas e interfieren con las actividades de la vida diaria.
La depresión es una enfermedad que compromete varios aspectos de la vida de una persona: lo que piensa, siente y la manera cómo se comporta.
El inicio se suele caracterizar por un sentimiento de tristeza y falta de interés por la vida y por aquello que antes le atraía. Se suele experimentar culpa, sensación de inutilidad, y, si no se recurre a tratamiento la desesperanza generada puede motivar el suicidio del afectado.
A lo anterior se suman signos físicos tales como:
Además, la esfera intelectual también se ve afectada y eso se manifiesta como dificultad para concentrarse y tomar decisiones. La vida sexual tiende a desaparecer. Se tiende a hablar de la muerte y el suicidio, y, en ocasiones la conducta se vuelve agresiva.
Cualquier persona puede presentar una depresión, pero se cree que existen factores genéticos, ya que los antecedentes familiares son relevantes para su diagnóstico.
No se conoce la causa exacta de la depresión, pero en su génesis hay factores estructurales cerebrales (visibles en el PET scan) y sustancias químicas (neurotransmisores) que se ven alteradas, lo que provoca que la comunicación entre neuronas falle.
Actualmente la depresión es 10 veces más frecuente que en el año 1945 (300 millones de personas a nivel mundial) y es la segunda causa de muerte entre los 15 y 29 años. El costo de la salud mental ha aumentado en forma muy importante en las últimas décadas y ha superado al de enfermedades cardíacas y metabólicas, como por ejemplo la diabetes (Eur J Neurol, 12, 1-27).
Existen ciertas formas particulares de depresión como el trastorno afectivo estacional que se presenta todos los años a fines de otoño e invierno y en las mujeres, la depresión post-parto.
El diagnóstico de este trastorno se hace través del relato que hace el paciente sobre sus síntomas, ya que no hay exámenes de laboratorio para ello.
El tratamiento que hace el psiquiatra es de vital importancia.
Los antidepresivos contribuyen a mantener normales los niveles de los neurotransmisores como la serotonina (hormona de la felicidad) y norepinefrina, mediante un mecanismo de acción que evita su destrucción.
El ejercicio es de gran ayuda en la depresión leve y moderada. La actividad física libera endorfinas que mejoran el carácter, la autoestima y controlan el estrés.
La fototerapia en base a luz blanca también es de utilidad en el trastorno afectivo estacional y en otros tipos de depresión.
Otros tratamientos coadyuvantes lo constituyen la compañía de mascotas y el consumo de infusiones de hierba de San Juan.
Entre las novedades terapéuticas cabe mencionar la estimulación del nervio vago a través de un equipo, que, instalado en el cuello del paciente, envía impulsos eléctricos al cerebro como si fuera un marcapasos cerebral. Se utiliza en casos en los que no hay respuesta al tratamiento convencional.
En casos refractarios a tratamiento es posible recurrir a la terapia electroconvulsiva y/o la estimulación magnética transcraneal repetitiva.
El psiquiatra William Bobo de la Clínica Mayo, en una alianza con el Centro de Medicina Individualizada de la Universidad de Illinois, está estudiando la forma de aplicar inteligencia artificial para lograr el tratamiento adecuado de esta enfermedad en casos que no responden a la terapia habitual. Afortunadamente en más del 80% de los pacientes una combinación de psicoterapia y medicamentos resulta Exitosa.
No se puede actuar sobre los factores genéticos que causan depresión, pero sí sobre los factores ambientales como alimentos, la higiene, el sueño y la actividad física. Uno de los más importantes es la alimentación, que contribuye a prevenir o disminuir las enfermedades neurodegenerativas y en especial la depresión. Aquí tiene un lugar destacado el omega 3 DHA.
Veamos algunos alimentos y las razones por las que ayudan a mejorar la depresión:
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